viernes, 1 de abril de 2011

MANUEL FERMIN CABRAL, ESCRIBE:

Reeleccionismo y presidencialismo en AL*





Durante los últimos años, la región latinoamericana ha sido testigo de un vertiginoso auge de las corrientes continuistas o reeleccionistas en muchos de los mandatos de presidentes electos democráticamente.



Incluso, el tema de la reelección presidencial ha resultado en peligrosos golpes a la institucionalidad y con crudas confrontaciones políticas: el caso de Honduras es un ejemplo de lo expresado, puesto que su germen, si bien no se trató de la causa directa de su crisis política, se manifiesta en la tentativa continuista del presidente Zelaya.



En todos los casos se apela a diversas y creativas fórmulas normativas para lograr la extensión de los mandatos: interpretaciones dadas por jurisdicciones constitucionales; reformas constitucionales, bien sea mediante asambleas constituyentes o no; consultas populares (referéndum), entre otras.



Sin embargo, un elemento es común en la empresa continuista: la obstinación, de quienes la promueven, de revestir la misma de la mayor legitimidad posible.Latinoamérica es también la región del presidencialismo, que, como bien plantea Duverger, es la versión "adaptada" del "régimen presidencial" estadounidense.



Su origen se remonta a la primera Constitución Norteamericana de 1787 y se erige en una forma de gobierno, particularmente la de los Estados Unidos, en el cual el Presidente "ocupa un lugar vital y básico entre las instituciones públicas a nivel nacional" (Neustadt).



Sin embargo, una nota lo caracteriza y distingue: la fortaleza de los demás poderes del Estado. Nadie duda del papel que juega el Congreso de los Estados Unidos en la toma de "decisiones fundamentales", ni mucho menos del rol de la Suprema Corte de ese país. El "presidencialismo", en cambio, constituye una copia mal hecha del "régimen presidencial".



La preponderancia y cuasi-hegemonía del Presidente, tanto en términos jurídicos como fácticos, se torna en una realidad que arropa a casi todos los países de la región. Y ello conlleva, directa e indirectamente, varias dificultades a las de por sí débiles democracias latinoamericanas: la "anemia" de los demás poderes y la debilidad del principio de separación de poderes; la pérdida de institucionalidad y de los valores democráticos; el irrespeto al ordenamiento jurídico-constitucional, etc.



A todo esto, entonces, contribuye peligrosamente el "reeleccionismo latinoamericano", fenómeno también intrínseco de la región y que ha despertado los más arduos debates en los últimos años. ¿Y por qué "peligrosamente"? Si el "presidencialismo" disminuye per se a los demás estamentos del sistema democrático, un destemplado e irreflexivo "reeleccionismo" -como al que se dirige la región, contrario a los EE.UU.- los devastaría institucionalmente.



Y ello no porque exista el peligro de las dictaduras (dialéctica discursiva siempre presente), sino por el socavamiento y casi desaparición de las instituciones democráticas (ej.: desprestigio e incredibilidad de la Jurisdicción Constitucional, de los Tribunales Electorales, Congresos, Asambleas Constituyentes, etc.). Pero lo peor es, pues, la obstinación por la llamada "legitimación" del continuismo, como lo sostuvo en su momento Lambert en su obra "América Latina" (1964).



Para este autor, "el vicio inherente al régimen de preponderancia presidencialista en la América Latina, no es, como se afirma con frecuencia, su aptitud para engendrar dictaduras, puesto que éstas se producen del mismo modo, y quizás con mayor facilidad, con otros regímenes, sino la de prestarse a disimular las dictaduras bajo formas constitucionales, hasta tal punto que el dictador, que puede conservar su buena conciencia, no se ve obligado a violarlas abiertamente (...)î. Y agrega que "los constituyentes latinoamericanos se esfuerzan mucho menos en limitar los poderes del Presidente, cuya extensión consideran que no carece de ventajas, que por asegurarse el carácter temporal, multiplicando las precauciones contra las tentativas del Presidente de perpetuarse en el poder, asegurando su reelección o la de algunos de sus testaferros (continuismo).



"La deformada "reelección latinoamericana" es un problema del "presidencialismo" y sus adaptaciones institucionales. Y nuestro país no ha escapado a esto. Se hace, pues, necesario vigorizar los controles a los desmanes presidencialistas, fortaleciendo la función de vigilancia de los demás poderes frente al Ejecutivo.



Y se requiere, además, no solo la independencia y legitimidad institucional de los órganos que constitucionalmente están en la obligación de realizar tareas de control y contrapeso; más bien, se amerita que quienes integren tales órganos asuman con responsabilidad y compromiso tales funciones.



Es justo ya de que empecemos.


*Tomado del Diario Libre, digital

1 abril 2011

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